Nació en San Sebastián el día 5 del 1 del 1978
Murió en Campanario el día 5 del 4 del 1997
Tenía 19 anos
Gorka ha nacido para vivir en plenitud en un entorno de santidad. Por eso Dios no le dijo: vuelve a la tierra que aún no ha llegado tu hora, lo aceptó como lo mas natural, aquello que para nosotros nos parece anti natura: nacer para morir prematuramente.
Gorka, a pesar de su temprana edad, vivía en conexión con el mundo espiritual, era humilde como Jesús, nos hablaba de eternidad, y veía ángeles en la tierra; aunque los situaba en un cielo imaginario. Le gustaba mas la eternidad celestial que ciertos días en la tierra cuando se le hacían eternos.
El amor inundaba su ser, aunque comprendiera que existe el desamor como existen las espinas en las flores. La belleza se defiende de los que cortan su crecimiento; por eso hay almas que quieren volar y vuelan porque se sienten agredidas, pinchadas por la incomprensión, son almas precoces, quizá inmaduras, que no se acostumbran al desamor; viven fuera del cuerpo, pero sienten el dolor del corazón.
Gorka: es una delicia sentirte cercano; tus palabras nos dan alas también a nosotros para ir hacia ti y abrazarte, nos parece prematura tu marcha, aunque nos hayas dejado tu gran tesoro: tu sentir sublime, tu amor a la vida y a la belleza.
En la vida terrena no todo son certezas y gozos, hay desconsuelo, hay amargores, hay conatos de odio (no aceptados por las personas como tú), que alteran nuestra paz, y nos llevan a desistir en nuestra lucha por amor y por ser correspondidos. Hay que admitir que habiendo almas gemelas, a veces cuesta mucho encontrarlas. La suerte reside en el que está lleno de amor, este jamás podrá ser destruido. Como dice Jesús: se podrá destruir el cuerpo, pero no el alma.
Gorka nos habla desde www.chambras.com
Fuenlabrada 28 de Agosto de 2015
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Dedicada a ti
Dedicada a ti,
bella mujer, de mis sueños
que alborotas mis sentidos
e impacientas mis deseos.
Dedicada a ti,
que en tus ojos verdes, tiernos,
dibujas con colorido
mi humilde sentir eterno.
Te la dedico a ti,
tierno ángel de mi día,
de mi noche y de mi cielo.
A ti, que zarandeas mi cariño
cuando yo me encuentro lejos.
Y esos días tan eternos,
y esos días tan injustos
que no te tengo, te busco.
Tú me enredas en tu busca,
tú, mi musa
comprensible y misteriosa
tú mi diosa.
Cuando estoy al fin contigo
me siento cerca y lejos a la vez.
¿Estarán rodeando mis brazos
el amor, de otro querer?.
Y… cerca de ti,
me pierdo entre tus jardines
y ahogo mi pesadumbre;
Olvido…
Olvido esos días que te fuiste
sin darme una explicación
llevándote con el aire
mi prendido corazón.
Como muchas veces las espinas
crecen cerca de las flores,
así los nuestros desdenes crecen
y avivan mis desamores.
Pero… siéntate más a mi lado
no me abandones así,
atrápame con tus alas
y no me dejes vivir.
Que esa tez tan blanca y tan tersa
que acaricio yo en tus manos
pronto quisiera llegar
a acariciarla en tus labios.
Déjame que yo me pierda,
dame esa oportunidad.
Déjame besar tu boca
tan difícil de alcanzar.
Y deja que mi locura
en tu más profundo abismo,
cabalgue con gran soltura
y encuentre fin a su destino.
Que siento como en mi interior,
mi pasión roe cavidades
en mi espíritu soñador.
Me dejaste sin aliento
mi alma palpitaba
odiando ese querer
queriendo sentirse odiada.
Y… cuando ya me siento lejos,
libre de tus cadenas,
cuando aturdido y cansado
encuentro la paz que me queda,
cuando intento descansar
y hacer, calmar, mi agonía…
Te busco entre tus raudales
que huyen de mi cariño
y concurren en mi llanto
al ver que no me has querido.
Quizá algún día me halles
deshojando tu recuerdo
Y lanzándolo a las alas
del olvido más sincero
Gorka Coronado Castillo
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Soledad
¡Oh soledad! mi desesperar,
que me acosas, me persigues,
que oprimes mi respirar,
que tu silencio es mi muerte… Soledad.
Haces que te pregunte por ella,
¡Oh soledad! y no quieres contestarme.
¿Será el sol de la mañana
quien la capturó?
¿Fue el llanto del cielo
quien me envidió?
Quizás la quisieron los dos…
por eso empuñan sus armas
y comienza su batalla,
para adueñarse de mi belleza,
en colores transformada.
No me contestas, ¿Verdad?
eres terca como siempre,
no quieres aplacar el dolor,
de mi corazón que hieres.
Quizás fue el mar, dime tú.
¿Es el mar quien la detiene?
y por eso brilla tanto,
y por eso me enloquece.
Contéstame alguna vez,
mi compañera de siempre.
Quizás sea esa sirena,
que canta a la mar, y se duerme,
y con sus cabellos dorados,
hasta a los astros sorprende.
Quizás lo quiere a él,
y por eso ya no viene…
Pero no…, porque el mar a veces brama
sabiendo que a mí me tiene,
y se enfurece y replica
el que sea mía hasta la muerte.
¿Verdad?, fiel confidente.
Dime algo, por favor,
dime que a mí ella me quiere
que su espíritu voló
para venir a mis redes.
Dímelo, y dímelo muy alto,
para que todos se enteren,
y que me envidie la luna,
que esta noche nos sorprende,
con su belleza encendida,
con su belleza inocente…
Soledad… ¿Será ese cielo tan inmenso
donde el alba resplandece
con ese azul tan intenso,
con ese bello relieve
que forman sus nubes blancas,
que se agitan y me dejan…
contigo a solas siempre…?
Si, es el cielo quien la tiene,
porque ahora miro y veo
las lágrimas de mi querer,
salpicando el firmamento.
Pero, no llores más,
que viviré para buscarte,
y a quien me haya privado
tanto tiempo de tu amor
le arrancaré las entrañas,
las que un día me robó.
Lo siento mi gran amiga,
pero, desde entonces,
ya no seré tu fiel confidente,
me buscarás pero yo,
siempre estaré con mi sueño,
acariciando su rostro
y besando su cabello.
Aunque no olvidaré mi compañera,
esas noches, esos cielos,
esos días tan inmensos
que compartimos juntos
¡OH SOLEDAD!…
Gorka Coronado Castillo
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“TE ESPERARÉ”
Si en el aire reina sólo la agonía,
Si los rayos del sol no despiertan mis sentidos,
Si el cielo no sonríe a mi mirada,
Si los árboles se derrumban a mi paso…
Si el cantar del mundo se aplaca,
Si la brisa del mar se retira,
Si las flores marchitan mi espíritu,
Si la luna no sale a contemplarme…
Si las nubes cubren las estrellas,
Si las montañas me capturan en sus valles,
Si la tierra es toda indeseable…
TE PROTEGERÉ…
Si tu gruta se cierra ante mi paso,
Si tu alma vuela hacia el ocaso,
Si no soy tu compañía…
Si tus besos endulzan otros labios,
Y tus miradas alimentan otro amor,
Si tus caricias las disfrutas en mi ausencia,
Si no quieres que te quiera yo…
Y en mi vida ya no sale el sol
Y anochece sin tu amor…
Si mi fuego no calienta tu pasión,
Si mi corazón vuela solitario,
Si mi lecho se cubre con mi llanto,
Y mi pasión es eterna
Y mi soledad es infinita
Y mi llanto es implacable…
TE QUERRÉ…
Si cabalgo por la vida
Y desboco mi pasión,
Y desato mi cordura,
Y me devora el horror,
Y busco mi desventura,
Y caigo en las redes de Dios…
Entonces, mi gran amor…
TE ESPERARÉ…
Gorka Coronado Castillo
……………………………….
“A SOLAS”
Esta noche a solas pienso,
bajo la luz del lucero,
¿Es nuestro amor imposible?
este amor, puro y sincero.
Nació en la más pura primavera,
cuando el sol resplandecía,
y entre las flores primeras,
tú fuiste la gras escogida.
Tú, reina de palacio,
de alhambras y de mezquitas,
Reina del sur, Reina mía,
gitana de morería.
Tu cabellera volaba,
cuando acerté a divisarla,
y, esa brisa marinara
pronto te rindió su alma.
Tus ojos la noche oscura,
tu cara morena y pura,
tu pelo salvaje mar
y tú mi alegre morar.
Tus ojos la noche oscura,
cuando quedo fijo en ellos,
busco llegar a tu luna
que ilumine mi sendero.
Es, esa estrella reluciente,
ese fuego que desprendes,
esa belleza escondida,
que hasta los astros sorprendes…
la que a mí me cautivó,
en un día y hasta la muerte.
Pero, baja a mis brazos y siente,
la dulzura de un amor,
la pasión que se desprende,
de este pobre corazón.
Que importa que otros no quieran
dar cabida a nuestro amor,
deja la sangre, la raza,
y escucha a tu corazón.
Tristes sones me llegan,
de los cantos de tu pueblo,
que como saetas se clavan,
en el centro de mi pecho.
Y mi dolor, es tan grande,
tan extremo, tan sublime,
que quiero llorar, y no puedo.
Esas lágrimas tuyas corren,
por mi espíritu sediento,
y van a parar a mi alma,
encuentran un manantial fluyendo.
Pero, no llores por nuestro amor,
que me contagias tu miedo,
piensa que ningún mal,
puede alborotar nuestro lecho.
Y deja que mi insaciable corazón
sediento de amor y de ternura,
navegue en contra de crespos vendavales
y desembarque en tu hermosura.
Que lucharé con el alma,
hasta romper las murallas,
que separan nuestras sangres
y ahogan nuestras entrañas.
Sangres que derramaremos,
por conseguir la venganza,
y justos nos dormiremos,
al son tierno de romanzas…
Y… cerca de él estaremos,
sin preocuparnos por nada,
mientras las nubes celosas,
lucharán por nuestras almas.
Y, allí, embrujado de tu magia,
de tu espíritu flamenco,
de tu gran raza gitana,
que me lleve al cautiverio…
Espero que en vuelo me traslades,
a tus misteriosos sueños,
y allí, a solas contigo…
me olvide de mi existencia,
deje llevar mi inocencia
por tus más humildes rasgos,
y siéntame glorificado.
Fdo: Gorka Coronado Castillo
“BUSCANDO UN FUEGO”
Qué podríamos argüir en este
punto tan oscuro de nuestra
historia. Qué contaremos cuando
nadie lo entienda definitivamente.
Los pasos uno a uno van
sumándose por sí solos en estas
zancadas del absurdo y la casi
desesperación. Los ardientes
resquicios humeantes de nuestros
bosques van fundiendo, ante la
esclavitud de un yunque cualquiera
de cualquier polífemo, la sabia
de los árboles a miles de grados abrasantes.
Grandioso espectáculo, a falta
de guerras una abertura estridente
y mostruosa de chillidos, crujidos
y desplomamientos graves, cuadran
movimientos y alegros tristes…
de lo que fue la vida.
Aquel amigo susurrante en las
noches verdes de verano donde
las copas de los pinos se
cimbreaban largos entre los
silencios de los grillos, vuelve
creciendo cruel y lascivo cual
sátiro de las sombras futuras;
convertido, ya cuando entre
ya cuando sale, en una carcajada
perenne detrás de los árboles.
Rojos chillones, oscuros
magentas azules del abismo,
tan sólo los dientes de este
fauno del aire escaso relucen
para señales de nuestros olvidos.
Atadas para gloria de un invisible
van las cuerdas de esta gran cítara de los bosques,
mientras los ángeles, pardíticos
indefensos de la guardería humana,
revolotean hechos ceniza.
Fdo. Gorka Coronado Castillo
25/2/95
Que triste es esta noche
en que todo está en silencio
que triste está esta noche
que fuerte sufrimiento.
Sufro porque te veo sufrir
sufro porque creo que te pierdo
sufro porque no puede escribir
lo mucho que te quiero.
Quizás porque estas lágrimas
empañan mi visión
y empapa el papel,
ahogan mi corazón
quizás porque tú eres diferente
porque tú siempre comprendes
Porque aunque no hablas conmigo
Se lo mucho que me quieres.
Cuando llegaste a mi vida
quizás no te quería
pero me hiciste que viese
el amor sin intereses.
Ahora miro a esos ojos,
Tan oscuros, tan tristes y tan tiernos.
Miro a ese cuerpo tan blanco y
tan pequeño,
miro esa vida que era alegre,
Y que se está yendo.
Quizás te quiero así,
porque has crecido conmigo,
porque apenas yo nací,
tú vivías ya conmigo
tú compartías mi sitio.
Ahora tú te quieres ir
me quieres abandonar
ahora que estoy madurando
ha llegado tu final.
¿Por qué eres diferente?
si en ti encontré el amor
que muchas veces me negaron
los iguales como yo.
Sé que te ha llegado la hora,
pero no lo quiero creer,
quiero que sigas creciendo
y quiero sentir tu amor
hasta que yo esté desvanecido.
Fdo. Gorka Coronado Castillo
CUENTOS
NAVIDAD ETERNA
Chispeantes y tibios rayos de sol alegraban y calentaban la gélida y fría tierra en aquel día que jamás olvidaría, su vigésimo primera Navidad. El alba ya proyectaba una nítida y desdibujada sombra entre la nieve y la seca hojarasca del suelo. Estaba allí sentada, tras el más robusto árbol del bosque, que la cobijaba de los suaves copos de nieve que luchaban por acariciar su rostro, estaba ella, allí, con él. Le sostenía con gran esfuerzo sobre sus débiles brazos indefensos. Era pequeño, y su rostro se confundía con la blanca nieve que cubría el suelo. Estaba allí… y lo miraba, incansable, confundida… y su mirada podía abarcarlo y su mirada podía calentarlo, pero su mirada no podía despertarlo. Quizás una lágrima fluyese de aquellos secos y agotados ojos para pasar a formar parte del estanque de sus ojeras. Llevaba muchas noches sin dormir. Llevaba muchos días sin dejar de luchar. Ponía todas sus esperanzas sobre aquel pequeño, su hijo, su primer hijo, que se obstinaba en abandonarla. No podía pensar en nada. Su mente estaba nublada por el dolor, aquélla niebla espesa que confundía sus sentidos. No podía oír nada. Ni siquiera el ruidoso gemir del llanto del agua que le acompañaba en su desesperación. Ni siquiera el silbante viento invernal que cantaba su melancólica tristeza. Ni siquiera el agónico despertar de aquellas perennes hojas que la cobijaban. Allí, sumida en ese mundo tan lejano, sumida en ese mundo tan silencioso, se encontraba sola. No podía contemplar cuan acompañada estaba por todo aquello que la rodeaba, todo aquello que se unía a su dolor, que inexplicablemente la comprendía y la intentaba ayudar. Mientras, ella seguía observándolo. Seguía mirando aquellos profundos ojos que ahora cubrían sus pesados párpados. Seguía contemplando aquel ser, ligero, pequeño y ahora sin vida. Seguía sufriendo… había podido contemplar como su joven alma volaba hacia lejanos horizontes, como el más tierno pajarillo que emprende su primer vuelo. Todo oscureció en aquel momento para ella y pudo recordar…
Apenas estaba floreciendo, cuando su juventud quedó impregnada del néctar de la vida. Pronto en su seno, se daría forma un ser, engendraría una nueva criatura. Una gran alegría la acompañó. Iba a ser la madre más feliz. Podría tener entre sus brazos lo que de pequeña siempre anheló, un bebé, su bebé. Todo transcurrió muy rápido. Cada día pasaba largas e interminables horas dirigiendo vocablos a su vientre. Cada día observaba su ligero aumento. Cada día podía sentir el movimiento de su hijo y un gran bienestar rebosó su existencia. Era lo más maravilloso que le podía haber ocurrido…
y fue entonces, el más hermoso día de Navidad cuando floreció la ansiada espera. Un rayo de luz penetró por la ventana y pudo iluminar al pequeño niño que se estremecía. Tras esto, una inmensa paz lo calmó. Parecía como si los rayos de sol, enviados por fuerzas superiores lo hubiesen elevado a las más altas y tranquilas atmosferas del cielo. Parecía como si esa insignificante luz hubiese aumentado su belleza. Podía sentir en aquél momento como su amor se desbordaba hasta poder ahogar en él a su más tierna criatura. Ya era madre y apenas podía imaginárselo…
Un inmenso resplandor pudo por u n instante distraer su recuerdo. Huyó así por un segundo de la atención de su hijo. El sol, más majestuoso que nunca, se alzaba sobre aquel algodonado cielo. Sus rayos cegaron los ojos de María que insensibles seguían fijos en la gran bola de fuego. De pronto, ligeros algodones empañaron su visión. Su mirada regresó a su destino inicial y siguió hurgando su pasado…
Pudo observar como crecía, como aquella arrugada y blanca piel se hacía cada vez más tersa y suave. Como progresivamente su tierna cabeza se iba cubriendo de suaves cabellos dorados. Y como esos grandes ojos azules igual que el anochecer, tan profundos como el mar, tan dóciles y tan agresivos a la vez, desataban su impaciencia y presagiaban tristeza, presagiaban dolor…
Las claras nubes pronto fueron desplazadas por negros y espesos nubarrones que le hicieron regresar en el tiempo. Una inmensa oscuridad cubría ahora el bosque. Los pájaros callaron, el viento se aplacó, el río frenó su agitado frenesí en pos de su libertad… pudo percibir entonces, como una fría gota cayó en su frente y suavemente bajó acariciando y sintiendo cada poro de su piel para, al final, reposar sobre su pequeño. Las lágrimas del árbol que los cobijaba querían así estar más cerca de ellos, querían calentarse con el fuego de ese amor, ahora herido. Volvió a recordar…
Los meses fueron pasando y el augurio se iba haciendo realidad. Cada vez más las fuerzas de su hijo aminoraban. Hasta que una grave enfermedad se apoderó de él, como el ave rapaz que en instantes, captura a su presa impasible. Fue entonces en la noche de la víspera de su cumpleaños, en la noche de la víspera de Navidad cuando las garras de la muerte se clavaron en su sensible y débil corazón. Conseguía así burlarse de su temprana vida y cubrirla con su manto negro. El cielo no pudo hacer nada por ayudarlo.
Finísimos rayos de luz que parecían luchar contra su espesa capa de nubes negras, trajeron de nuevo al presente a María. Parecían querer escapar de ese negro manto que les tenía oprimidos, que no les dejaba estar en contacto con el aire para poder respirar, que les impedía llevar la alegría y la claridad a ese entristecido mundo. Todo esfuerzo fue inútil. Como si todo estuviese presagiado, la oscuridad que reinaba en la mente de María se trasladó hasta los confines de la tierra y cubrió de negro la blanca Navidad. Su mente voló hacia aquel bruno horizonte. No tenía rumbo fijo, no guiaba su dirección, todo fue confuso, todo fue caos… se levantó y ciñó a su pequeño sobre su pecho. Su laxo y helado cuerpo le abrasó las entrañas. El dolor fue tan grande, tan intenso, tan sublime que sus rodillas fueron a hundirse en el húmedo suelo. Sus mermadas fuerzas le impidieron levantarse de nuevo. De pronto unos ligeros copos de nieve empezaron a caer liberándose de las oscuras nubes. Contemplaba, así, adormecida, este suave y coordinado baile con el cual la naturaleza la premiaba, pero que poco a poco iba perturbando aún más su mente. Pudo entonces imaginar como su hijo saltaba de entre sus brazos y comenzaba a jugar en medio de esa hermosa lluvia virginal. Como hacía bolas de nieve y se las traía. Como la abrazaba y besaba. Como sus abrasantes besos traían la paz a su alma. Podía sentir así, toda la magia de sus sentidos confundida. Sus ojos reían alegremente, su boca palpitaba incesante, su corazón contemplaba maravillado. Sentía en ese momento la felicidad desbordándose.
Pudo imaginar como el sol volvía a dominar el cielo, como las nubes se alejaban, los pájaros volaban incansables cantando alegres melodías navideñas, el río con furia rompía la suave escarcha e intentaba retrasar la hora de su libertad. Como la luz volvía a respirar y a llenar de alegría y claridad al mundo…
y, así, en la más lejana cordura, en el más oscuro y triste día que jamás se recordara, María pasó su más feliz blanca Navidad. Navidad que nunca ya olvidaría.
Fdo: Gorka Coronado Castillo