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Recorrido dominguero

Venta de pescao en CampanarioCampanario de la Iglesia 2

Las campanas de la torre

ya no repican,

porque se han llevao a la Virgen

de Piedra Escrita.

 

Al subir una escalera

yo me acuerdo de Amador,

de sus tapas de lagartos

de insuperable sabor,

 

Las cigüeñas de enfrente

hacen gazpacho,

con su ruido atraen la vista

de los muchachos.

 

Después de salir de misa

el cuerpo lo pide a gritos,

el unirte a los colegas

y tomar unos chatitos.

 

Nada más verte en la calle

te arrastra como un fetiche,

despiertas y te ves dentro

con amigos en Boliche.

 

Sales con idea de irte,

te esperan pa merendar,

cuando no falta el que dice

la última, ahora si, en el amigo Tarrán.

 

Algunos disfrutan más

cuando están independientes,

se van a la tasca Berris

y allí no los ve la gente.

 

Cuando todo esto pasaba

se estaban apedreando,

en el Puente a pocos metros

los del Barrio y otro bando.

 

El domingo por la noche

y quizá alguna mañana,

la música era un derroche

en el baile, “La Valeriana”.

 

La orquesta que era del pueblo

y afinaba pa tocar,

con acierto marca el tiempo

nuestro amigo el sacristán.

 

Predominaba el bolero,

con incursiones de  cumbias,

los airosos pasodobles,

para los de más enjundia.

 

Amenazan con la cárcel

pero poca gente va,

por matar una gallina

nos quisieron encerrar.

 

Nuestros padres ese día

se iban hacer cordeles,

si no pagan la gallina,

nos ponen en los papeles.

 

Nada más venir el día

medio pueblo está danzando,

carros, bestias… la calle,

de vida se está llenando.

 

Nos abrían el postigo,

por la confianza gritan,

a mi madre le decían:

¿Quieres bogaaaas, Manolitaaaaaa?

 

En Campanario el pescao

venden a gritos,

cuando llega mediodía

ya les queda muy poquito.

 

También se vende la leche

otros los bollos y el pan,

las sandías y los melones

que los traen del melonar.

 

Uvas anuncian gritando,

que ya le quean poquitas,

si no sales mu corriendo,

la vecina te las quita.

 

Para endulzar el poema

este otro verso yo arrimo,

me voy al torno las monjas

a comprarle unos mimos

 

Recuerda que son crujientes,

dulces al paladar,

aunque se caigan los dientes,

me los voy a merendar.

DC Levita  – abril 2014