Ampliar fotos Los toques de la guitarra han despertado a la Luna, nos mira con interés no quiere perderse una; Se ha vuelto muy pinturera y hasta le gusta el flamenco
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Hay sitios en los que anuncian Noches Flamencas en carteles que fluctúan, en chambras.com permanecen quietos.
Emociónate esta noche con la voz profunda de Manuel Cástulo. Observa las manos e intuirás lo que nos quiere decir, sobre todo, el interés que va a poner de hacernos pasar una noche inolvidable. Todo aderezado con la agudeza y maestría de unos guitarristas de postín, Niño Elías y José de Pura; la nota y el rasgueo levantan el ánimo; la voz de Manuel estremece el corazón. De Pedro el Granaíno esperamos lo mejor.
Las voces de Cal y Canto las tenemos metidas en el alma y en nuestra vida, no así el ruido, la música, la megafonía, la acústica y como último factor el equipo de grabación, que si se tratara de este, solo cabría agradecimiento por haberlo hecho llegar a Internet. No obstante deberíamos hacernos mirar el que todo esté en grado óptimo cada vez que actuara el grupo.
A mi me gusta Cal y Canto aunque cantara debajo del agua, pero debemos procurar y desear que sus voces nos lleguen claras y nítidas, y la música también.
Los Jaleos extremeños, que es a lo que más se parece esta presentación, no implica para que lo otro sea llevado con exquisita profesionalidad e interés. Hoy no todo vale, lo que se pueda mejorar hay que mejorarlo. La técnica va por un lado y el corazón por otro.
Espero que aunque parezcan críticas mis palabras se entienda el sentido, el grupo y la afición merecen lo mejor. Y eso es lo que yo deseo.
Diego Levita
La voz enérgica y madura de Cándido de Quintana, el que ha sido, es y será profeta en su tierra;
el brío joven de Antonio Benítez;
el revuelo de Capullo de Jerez y sus bulerías;
y como colofón, la voz templada, suave y aterciopelada, que borda lo que dice y canta, y que no es otro qué nuestro entrañable amigo Miguel de Tena. Aunque hubo de todo, lo que se puede apreciar por la imagen.
Todo ello aderezado por una bailaora de tronío, Manuela Sánchez, y su grupo, que supieron emocionar con su arte y su saber.
Al toque de sus guitarras, tres magníficos maestros, que nos hicieron vibrar 5 inolvidables horas: Diego Amaya,
Antonio Patrocinio (hijo)
Joaquín Muñino
Quiero destacar la unidad del Grupo, Capullo y su gente, con un dominio absoluto del acompañamiento, tanto a las palmas como a la guitarra, por la maestría intachable del amigo jerezano.
En el Grupo de Manuela Sánchez, tenemos entre otros al Duende y a Chiqui, ambos hijos de Cándido, que nos pusieron en situación con los cantes de Bambino, y Pilar a las palmas.
Una noche flamenca donde las haya. El público emocionado, atento como no puede ser de otra manera y aplaudiendo a rabiar con inusitada espontaneidad, aunque no faltaron los cuatro comentaristas de la barra, los de siempre, en dos o tres ocasiones se les aconsejó achantar la muí y así lo hicieron.
Quintana y su Peña no olvidarán nunca su XVII Noche Flamenca.
20 de Agosto 2014
IMÁGENES
El verdadero amigo y quien mejor entiende a una guitarra flamenca es el cantaor flamenco.
Tres amigos que, aunque unidos por el sentimiento, no siempre se reconocen cuando se ven, pero si cuando se oyen.
Cuando una guitarra en el silencio de la noche toca por fandangos, su inquebrantable amigo el cantaor le responde dando señales de que le ha entendido.
La vida un día nos lleva a un recinto lleno de gente, todo el mundo contando sus pesares, sus rutinas, lo que fueron y lo que son, las fiestas pasadas y las próximas… De entremedio se alza una voz desgarradora que empieza a cantarnos su tragedia de amor; unos se callan y ponen atención, otros siguen contándose sus cosas: no comprenden la pena de este hombre, solo una guitarra, desde un rincón del salón, conoce esta forma de sufrir intentando trasmitir su dolor, y a través sus notas llora con él, y le dice: yo te comprendo, cuéntame tus penas y repartámonos tu dolor; ella, que conoce perfectamente esa forma de contarlo, le acompaña en su soledad anunciando al mundo el drama vivido: la letra, el quejío, la nota, todo ello nos habla de la profundidad de una herida, nos dice que el corazón no puede sangrar más, que ya solo queda dolor y un triste recuerdo que no se puede olvidar, no hay forma de reparar aquella cicatriz.
Los tres juntos se comprenden y lloran hoy, otro día cantarán las alegrías de una boda, de un cumpleaños, de un bautizo… El guitarrista siente el mismo dolor o la misma alegría, pero no lo puede expresar solo, su compañera inseparable, amiga del alma, es su expresión, es el vínculo que facilita el abrazo virtual de la comprensión entre los tres.
Se quieren tanto, porque saben la necesidad que tienen el uno del otro de trasmitir sus cuitas y sus alegrías. Aun entre gente respetuosa, entendida y sensible como la afición de Campanario, reconociendo que casi todos sabemos de que estamos hablamos, los que de verdad se entienden son ellos: cantaor, guitarra y guitarrista. El palo que expresa la guitarra la entiende el cantaor, la historia que canta el cantaor la entiende la guitarra, en esta intima comunicación el maestro guitarrista apremia a la guitarra para que hable con nitidez en el mismo tono que el compañero, deseando sacar el duende que lleva dentro y que lo cuente todo: unas veces penas otras alegrías, otras soledades en la tierra mía, otras colombianas del pasado que no vuelve y otras agonías de la vida por lo que tienen de negrura; oficios que te hunden en la congoja o te ensucian: vidas de mineros, poceros, carboneros… Estos profesionales pocas alegrías pueden cantar en su día a día, para ello está el cante de las minas, mirándose en él nos pueden contar su drama. El martillo y el yunque nos hundirá a todos, aunque solo sea por un momento, en las penurias de sendos trabajos.
Para cantar a los cuatro vientos las suertes o las desgracias, dos corazones, una voz y una nota, te dicen que algo está pasando y por si tú no lo sabías te lo dicen cantando; que el trabajo es duro, al hermano que le han echao del curro, que la novia se fue con otro, que el matrimonio se ha roto, que has tenido un accidente y te has quedado sin el camión de la chatarra. Todo esto se cuenta, pero el que sabe cantar lo canta.
Cada palo, cada compás, se presta mejor a canalizar ese modo de sentir de cada uno, por eso el protagonista: víctima o intérprete, elige aquel palo que mejor le ayuda a dar a conocer el fracaso o la victoria. La vida está llena de caídas y vuelta a empezar, unos se lo callan y otros lo cantan.
Y para terminar recordemos que muchos de nosotros nos podemos comunicar por gestos incluso a una distancia, pero la comunicación de estos tres singulares amigos, ha de ser por la voz y la nota, partiendo inexorablemente de un oído magistral que les lleva a responder con acierto: en tiempo, tono y letra.
DC Levita