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Con la caña me acuesto,
y con ella me levanto,
las mulas muy asustadas
saltan chispas del asfalto.
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El trato llegó a mi pueblo,
en especial a mi calle,
que al presentar una mula
lo cuidaban al detalle.
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Con frecuencia se vivía
una actividad frenética,
a cualquier hora del día,
la calle era una fiesta.
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Los buenos tratantes de mulas,
en Campanario han nacido,
los mejores argumentos,
con sus dientes han crecido.
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Si buscas la mejor mula,
pásate por Campanario,
la encontrarás al momento
sin pasar por un calvario.
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Nunca te las des de listo,
ni pretendas engañar,
siempre saldrás ganando
y no te arrepentirás.
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El que busca lo mejor
y quiere comprar barato
que abandone este camino
o perderá siempre el trato.
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Los tratantes de mi pueblo
se mueven con gran talante,
es su oficio desde niños
y su palabra abundante.
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Han venido de otros pueblos,
a comprarnos unas mulas,
todos se van muy contentos,
en noches de mucha luna.
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La mula que tú comprabas,
con otra mula gemela,
se hermanaban al instante,
haciendo bien su faena.
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Los tratantes advertidos
hicieron buena fortuna,
Los que no previeron cambio
corrieron trances de ruina.
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Si una mula está delgada
pero con buena estructura
con el pienso de cebada
la ganancia está segura.
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En nuestras calles y plazas
el mejor ruido que oíamos,
era el andar de las mulas
en compañía de sus amos.
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Dos tratantes singulares,
todo el altozano llenan,
a uno le llaman Dieguete,
y al otro don Paco Sena.
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Con lo simple de una caña,
arrastrándola en el suelo,
se subían por las paredes,
las mulas con mucho vuelo.
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La actividad del tratante,
fue muy bonita y rentable,
pero duró poco tiempo
el tractor todo lo abate.
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Es preciso recordar,
las reuniones en mi calle,
los hombres de chambra negra,
las mulas y los chalanes.
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Si la mula tiene imagen
y se encuentra decaída,
rástrale la caña un poco
y harás que le sobre vida.
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Cuando el trato se bloquea
y ya no tira palante,
no repitas la gestión
sin buscar un buen tratante.
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El teatro se ha acabado,
profesión de gran raigambre,
que ha obligado a cambiar
las cañas por otras artes.
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Como me gustaba el trato,
de la mula jerezana,
su trapío y su prestancia,
le da nivel de Sultana.
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Las mulas de Campanario
no las verás al galope,
pero muchas sí que trotan,
las encuentras en mi calle,
Altozano las Bellotas
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Jugando con las palabras,
aparecen en mi boca,
estos versos que señalo,
otra vida, otra ropa.
www.chambras.com – Diego Caballero “Levita”
Campanario 21 de Marzo 2015 – Corralón de Miguel Pelele.
CALDERETA
La fiesta comienza con una cantidad ingente de aperitivos y bebidas.
Las fotos se pueden ampliar pinchando sobre ellas con el ratón.
Varios cocineros van alternando el suministro de aperitivos a las mesas y mostrador con la preparación de la caldereta.
Un gran numero de socios acuden como en años anteriores a pasar un día entre amigos en un clima de cordialidad y deseos de dar lo mejor para hacer más ameno el encuentro.
Los más amigos disfrutan abrazándose y fotografiándose, para dejar patente su gran satisfacción.
En otros, enseguida brotan sus dotes para el cante y para el toque.
Los socios se agrupan en corros disfrutando de buen cante.
El día discurre con buen espíritu festivo y a las 15 horas aproximadamente disfrutamos de una opípara caldereta en la que se pudo repetir hasta la saciedad.
El embeleso por parte de la afición queda de manifiesto, y una vez más Campanario se destaca como pueblo entendido de cante y su saber escuchar.
Las guitarras y las palmas invitan al baile, y las rumbas se dejan oír al calor de la candela. La leña chisporretea pero no distrae en la concentración de los palmeros.
Dos jóvenes se lanzan a bailar sin que el reducido espacio sea obstáculo para marcar el compás con sus movimientos de brazos y taconeo.
El día dio para todo, cante, toque y baile, aunque tampoco faltó el coloquio para arrojar luz a los temas de actualidad.
Diego Pelele y el compañero Torres, apuntaron con arrojo en los palos que mejor se mueven.
Diego, el nieto de hermana Isabel la Caballera, y esposa, pusieron un punto de simpatía.
La política estuvo marcada por dos grandes amigos Paco y Andrés o Andrés y Paco, que si fueran del mismo color no se llevarían tan bien. No obstante, la discusión fue edulcorada por una socia competente, llamada Inés.
Para disipar dudas, este gran cocinero solamente quitó la vista de la perola los cinco segundos que miró a la cámara.
No sabemos si estos dos compañeros estaban cantando o hablando de política. Han sido cogidos en su momento más álgido.
Como veis este otro cocinero no quiso mirar a la cámara para no perder tiempo.
Mi amigo y tocayo Diego aunque da buenos tragos de cerveza no le quita el oído al interlocutor.
Estos dos amigos de abajo, fueron los que dieron la nota… con la guitarra, se entiende.
Si Pedro Miguel y el compañero apagaran el fuego de la presa en la boca con un sorbo de cerveza, no hubieran puesto ese gesto.
La luz de la tarde delata la hora. La tarde caía y los ánimos crecían; faltan muchos días para pasar otro rato tan entrañable como este.
Se pueden ampliar las fotos pinchando sobre ellas.
Mi madre tenía un tío,
le llamaban Chacho Juan, presidiendo el sindicato por votación popular.
Cuando venía con su burra y su carga de melones, los muchachos intentaban agarrar sus pantalones
Le pedían un melón, él no se lo quería dar, a todos les preguntaba, ¿has zachado el melonar?
Como contestaban ¡no! a todos se lo negó, les daba cuatro tomates, contentos se iban tos.
Cuando da vista a su casa ¡ya he llegao! ¡Que alegría! está cortada la calle, traen esparto… a la empleitería.
Eran los años cincuenta cuando esto sucedía, recuerdo otras muchas cosas de vida en la empleitería.
Se trataba del esparto, que traían a Manuel Sánchez, aunque llenaban la calle, lo metían en un instante,
Era un trabajo muy duro pa las mujeres que había más duros eran los palos que la vida les traía
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Recuerdo muchas mujeres
que hacían empleita, y siendo trabajo ingrato están contentas.
Eran tiempos de miseria, de mucha hambre que había, no por ello se olvidaban los momentos de alegría.
Le gente necesitada vive en plena austeridad, pero nunca dejan de lado el trabajar y cantar
Cuanto me sorprendía no lo podía comprender como pasaban los días buscaban poder comer.
Así fueron esos años, altozano las Bellotas, viendo rastrar una caña las mulas están que trotan.
Son recuerdos que me vienen y salen de igual paquete con mulas de Paco Sena y también las de Dieguete.
Hoy no hemos ido al huerto, ni tampoco a la era, pero esta tarde si vamos a por piedra a la pedrera.
Para rematar el día jugamos al escondite en el Altozano Pingote siempre estábamos al quite.
DC Levita
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