Quiero comentaros acerca de una reflexión que he tenido, y que pensando como sois, creo que podemos darle una solución. Estoy gratamente sorprendido de lo dinámico, solidario y entusiasta que es el grupo, y creo que siendo así como somos, podemos dar una respuesta de ánimo y de cariño a personas que hace muchos años no van por el pueblo. Quizá sea un tema poco relevante por estar ligado a la libre voluntad de cada uno de decidir sobre su vida, pero yo creo que es más que eso. Aquí digo lo que dicen de Jesús, que es imposible conocerle y no amarle, lo mismo pasa con Campanario. Es difícil haber nacido en Campanario, haber vivido unos años allí, conocerle, y no quererle con locura. Estos amigos que dejaron de venir, quizá por los hijos, por dejadez, enfriamiento por falta de casa y en casos aislados por razones de tipo familiar, aun así nunca serían suficientes razones, porque seguro que sufren mucho por no venir. Ninguno de ellos pasa un día sin que se acuerde de algo del pueblo: su calle, sus vecinos, sus amigos de antaño, sus plazas, la majestuosidad de su Iglesia, la Laguna, el Parque, la Ermita, el Calvario, Matapalos, la Noria, el Torronquero, el Pocirón, el Pozonuevo, el Barrio, ahora con Día, sus Arrabales, su Virgen en los Barrancos… Estos recuerdos que estoy seguro tienen, les están haciendo una herida en el corazón más grande que la razón que les impide ir al pueblo, por eso tenemos que hacer algo. Es como el enamorado que pasan los días y no recibe una respuesta de la amada, su corazón sufre porque no sabe si será correspondido.
A estos antiguos amigos les gustaría saber que les queremos y estamos deseosos de verlos, yo tengo una cama y comida para uno o un matrimonio durante unos días de fiesta. Me vienen a la cabeza amigos de antes en los que no veo ni una sola razón aunque puedan tenerla: Diego “de la Cría”, Juan Sánchez Fernández “el Tordo“, y Diego “el Pintao”; si alguno de vosotros conoce a otros más, de los que no vienen al pueblo desde hace años, que lo diga y cuando tengamos una relación, les haremos una invitación llena de cariño para que vuelvan a sus raíces, y para que jamás rompan los lazos con el pueblo que les dio la vida, eso es lo más grande, volver a ver las caras de la gente, estas caras y la amistad de muchos, con sus bromas y sus consejos otras veces, conformaron nuestra personalidad o cultura base, que tenemos almacenada pidiéndonos un poco de reparación, un poco de aliento, porque no se puede vivir sin un abrazo, sin un saludo, sin la palabra amiga, de todos aquellos que te vieron crecer o crecieron junto a ti. Espero que los jóvenes del Grupo de Campanario de Facebook también me sepan comprender. Os pongo otro ejemplo: mi madre lleva tres años sin ir a Campanario, pero se pasa todo el día hablando de su gente, de su familia, de sus amigas y de todo el pueblo, los quiere a todos como si fueran de familia, y no va quizá por no ser una carga para nosotros sus hijos.
Os hablo de esto porque yo también viví un tiempo con aparente desapego con el pueblo y ese desapego no era tal, me acordaba tanto de él como si estuviera viviendo allí, esa lucha de querer ir y no poder era constante.
Creo que ha quedado clara mi reflexión, se admiten ideas, pero no lo olvidemos por favor, está en nuestras manos cerrar heridas y quitar dolor del corazón de estos amigos, hemos nacido para ser felices y hacer felices a los demás, busquemos la manera, y con el apoyo de todos haremos casas inimaginables; demos una lección de que la gente de Campanario es especial, que todo el mundo sepa que no somos felices si no sabemos que el que está a nuestro lado también lo es. Confío plenamente en la sensatez y la cordura de la gente de mi pueblo, porque saben estar a las duras y a las maduras, ayer llorando una muerte múltiple, hoy cantando a la amistad, a la unión, a los hijos, a la juventud, a la vida.
Con vosotros me apunto a todo.
Gracias a todos aquellos que me aceptáis como amigo y a los demás también porque todavía no han tenido tiempo de decírmelo.
¡¡Arriba Campanario!!